"Es lo bonito de las familias numerosas: todos a una"

Matías tiene ya 60 años. Es un pequeño agricultor que reside en Mala, donde tiene 6 hectáreas de terreno fértil junto al río del mismo nombre que, en sus crecidas, le obliga a crear defensas frente a las embestidas de la naturaleza.

Matías nació en un 29 de febrero de un año bisiesto, es decir, que su cumpleaños –dice– ocurre cada cuatro años. Tiene 12 hijos más dos que murieron, uno a los seis meses, el otro antes de nacer.

Le pregunté si frecuentaban las discotecas, me dijo que no porque la discoteca la tienen en la casa,

Las reuniones de familia son de lo más entrañable, especialmente en las fechas más señaladas como Navidad, Año nuevo, Fiestas Patrias, aniversarios, etc. Con el paso de los años cada uno se ha situado en la vida de acuerdo a sus posibilidades: quién estudia una carrera, quién se dedica a artes manuales, a la informática, dos han escogido el sacerdocio en la Prelatura de Yauyos. Lo que más le impresiona –comenta– es lo diferentes que son entre sí, en cuanto a carácter, gustos, aficiones.

Matías ha ejercido el cargo de gobernador del distrito de Mala. Durante su mandato tuvo intervenciones importantes, poniendo orden en la vida ciudadana haciendo cumplir las normas de convivencia, ya que para él una ciudad no es un conjunto de casas, sino varias familias que conviven y se ayudan mutuamente. Como es lógico, esto le acarreó problemas, denuncias, insultos, malos sabores, que suelen ir unidos al trabajo del gobierno vecinal.

Lidera o ha liderado varias asociaciones, también la de padres de familia del colegio donde han estudiado o estudian sus hijos. Allí ejerce gran influencia en la dirección del mismo. Al comienzo se burlaban de él: ¡otro hijo¡, ¡es demasiado!, le decían escandalizados amigos y vecinos; a ello su unían sus parientes inclusive. Ahora cuando los ven juntos sobre todo cuando van a misa, su familia suscita la envidia de todo Mala.

De común acuerdo con su esposa y como agradecimiento a la Obra les pusieron los siguientes nombres de mayor a menor: Josemaría, Carmen, Álvaro, Dolores, Francisco, Miguel, Javier, Magdaleno, Pilar, Rafael, Gabriel y, el último, Juan Pablo. El nombre de “Magdaleno" es por el abuelo paterno, muy recordado y querido.

En Julio de 1974 vino el fundador del Opus Dei a Cañete. Un año después comenzaron las charlas de formación en Mala, con algunos asistentes a aquella tertulia que hubo en Valle Grande; Clemente, un Cooperador muy activo, presentó a sus amigos y facilitó que acudieran a las charlas de formación los lunes de cada semana, prestando su propia casa. Uno de los asistentes era Matías, que en aquel entonces estaba soltero. Se casó poco después, cuando tenía 27 años.

A través del tiempo, el número de los asistentes que han pasado por los charlas asciende a más de novecientos. Naturalmente algunos ya han fallecido, unos cuantos son del Opus Dei, otros han formado una familia cristiana, de la que han surgido vocaciones para el sacerdocio, etc... Los asistentes descubrían un ambiente que les gustaba y pasaban la voz a sus amigos. Asistía gente de todas las edades. John, por ejemplo, hoy importante profesor, tenía 12 años cuando asistía con su papá a esas charlas. Ahora tiene cincuenta. No hace mucho pidió la admisión a la Obra. Su nombre completo es John Fitzgerald Kennedy, pues su papá, ya fallecido, era “fan" del expresidente norteamericano.

En el mes de diciembre tenemos una convivencia con los asistentes a esa charla, donde aprovechamos para preparar mejor la Navidad. Uno de los que siempre viene se llama Ángel y pertenece a la Obra; está enfermo del mal de Parkinson, encomienda y ofrece las molestias para que vengan vocaciones.

-¿Y has tenido momentos de crisis con tantos hijos?, le pregunto a Matías.

- Si, claro, responde, pero para eso hay que estar preparado espiritualmente y materialmente;

- ¿Pero cómo? –le digo–; la agricultura tiene sus dificultades que se agigantan en medida inversa al número a hectáreas, a menos hectáreas más problemas.

- Bueno, es cuestión de organizarse pidiendo ayuda al cielo y poniendo los medios necesarios para invertir bien, a pesar de las limitaciones de ser un pequeño agricultor. Ha habido momentos críticos, por supuesto. Lo importante es tener serenidad de mente, amor de Dios y amor al trabajo, que gracias a San Josemaría se consigue, pues me encomiendo a él todos los días, y a mi esposa que me ha apoyado en todo momento y a mis hijos. Cuando el río –no hace mucho– rebasó mi chacra, estuvo toda la familia al pie del trabajo, conservando el patrimonio familiar.

- ¿Las chicas también?

- Ellas y todos. Fue una decisión unánime. Es lo bonito de las familias numerosas: todos a una, y como somos muchos nos va requetebién, a Dios gracias.