Condoray: desarrollo sostenible basado en la educación

El auténtico desarrollo, no se reduce al simple crecimiento económico y técnico, sino que también abarca una dimensión humana integral, comentó la Directora Ejecutiva del Instituto Condoray, María Eugenia Veyrat, en el Congreso de conmemoración de los cuarenta años de trabajo de este Centro de Formación.

Ciertamente no hay desarrollo sin educación. Pero para lograr un desarrollo equilibrado, participativo, duradero y justo, que configure una sociedad más humana, la educación debe:

- estar centrada en la persona y en su dignidad: debe llevar al hombre a su perfeccionamiento y realización plena;

- estar fundamentada en principios éticos y en valores permanentes;

- formar al hombre para que ejercite responsablemente la propia libertad;

- ser una educación dinámica: que despierte el afán de querer aprender, que estimule la capacidad de emprender;

- promover una cultura solidaria y los valores de una ciudadanía responsable;

- asegurar la capacidad de aprender a lo largo de la vida y de enfrentar con creatividad los problemas del entorno social.

Porque la educación no es sólo en acumular conocimientos o técnicas, sino es formar a cada persona para que de manera continua alcance su perfección en todas sus dimensiones y logre un desarrollo integral que contemple las opciones materiales y aquellas otras más intangibles (libertad, participación, ejercicio de los deberes y derechos personales y colectivos, etc.), en conexión con la dignidad de cada persona.

El desafío de la educación para un desarrollo sostenido

Condoray, Centro de Formación Profesional para la Mujer, fundamenta su trabajo en estos principios y desde 1963 busca mejorar el nivel de vida de las familias del Valle de Cañete, mediante el desarrollo y la promoción integral de las mujeres.

No pretende solucionar problemas concretos que se presentan con motivo de coyunturas sociales o económicas (sequía, desempleo, crisis económicas, violencia, etc.) sino realizar una tarea formativa más honda, que genere un desarrollo integral y progresivo en la población. En definitiva formar personas que puedan asumir la lucha contra las causas que los provocan y no sólo contra sus consecuencias, que puedan ser agentes de un desarrollo sostenible y duradero.

Todos los programas de desarrollo integral que Condoray lleva a cabo, se centran en la educación, como herramienta esencial para el desarrollo y la paz, y comprenden temas y estrategias integrales en las áreas de: desarrollo humano, alfabetización, capacitación laboral, generación de empleo, educación familiar, salud, higiene, mejoramiento de la vivienda, saneamiento, etc.

Adquirir una formación, cualquiera que sea, que llene los vacíos de cada persona, es recobrar la confianza en sí misma, descubrir que puede participar en el progreso de los demás y tener la posibilidad de servir mejor a la sociedad.

Estrategias de desarrollo: nuevas oportunidades

Es indispensable reconocer la heterogeneidad de la población rural de Cañete y tenerla en cuenta a la hora de diseñar estrategias integrales de desarrollo. Los programas de formación que brinda Condoray están ideados teniendo en cuenta la situación de las mujeres cañetanas, su cultura y sus costumbres, y a lo largo de estos 40 años se han ido adaptando a las necesidades de la región.

En 1963 el Centro de Formación Profesional Condoray comenzó sus actividades en Cañete, como Escuela Hogar. A medida que las exigencias de capacitación del mercado iban cambiando, Condoray ajustaba sus planes de formación a las demandas de empleo, con el fin de apoyar la contribución de las mujeres al desarrollo y colaborar en el proceso de reducción de la pobreza en la zona. En 1965 inicia su actividad de educación formal adoptando el modelo de Academia Técnica Artesanal ofreciendo carreras técnicas con valor oficial; en 1981 pasa a ser Centro de Educación Ocupacional y en 1994 se establece como Instituto de Educación Superior.

La educación formal se combina con un ambicioso programa de educación no formal. De este modo, en 1972, se crea el Departamento de Desarrollo Rural que emprende actividades de ayuda a las mujeres campesinas al mismo tiempo que investiga la situación de 40 comunidades rurales de los alrededores de San Vicente de Cañete. También ese mismo año se comienza a trabajar con las primeras promotoras rurales mujeres.

Actualmente brinda dos grandes grupos de programas, en 18 comunidades que benefician anualmente a más de 1,000 mujeres:

- Programas de desarrollo rural: promotoras rurales, formación de líderes rurales, alfabetización integral, capacitación laboral básica, educación familiar, nutrición, higiene, saneamiento, salud básica, mejoramiento de la vivienda, programa niño a niño, refrigerios infantiles.

- Programas de formación profesional técnica.

¿Cómo se ha podido avanzar todo este tiempo?

Dado su enfoque interdisciplinario, estos programas se apoyan en un trabajo de colaboración con todos los actores del desarrollo de Cañete (instituciones públicas y privadas) para aunar esfuerzos, evitar duplicidades y que cada institución cumpla con sus objetivos y misión, llegando mejor a los beneficiarios, brindándoles un servicio de mayor calidad. Condoray tiene convenios de cooperación firmados con las Municipalidades, el Ministerio de Salud, Educación, el Instituto Pedagógico de Cañete, colegios, cooperativas, asociaciones de base, etc.

El desarrollo no es competencia exclusiva de algunos sino que se trata de una convocatoria a la que todos y cada uno hemos de sumarnos. Es una cuestión de solidaridad en la que todos estamos comprometidos.

Protagonistas de su propio desarrollo

La continuidad del trabajo la aseguran las mismas beneficiarias.

Condoray persigue un verdadero desarrollo de las mujeres, en el que éstas, no son simples intermediarias para lograr eficiencia en los proyectos, por su gran capacidad organizativa y de motivación, sino que constituyen el eje y fin del desarrollo.

Forma a las mujeres para que ellas mismas sean agentes de su propio desarrollo y el de su comunidad. Por eso, trata de mejorarlas personalmente - de acuerdo a su capacidad, a sus circunstancias y necesidades- para que mejorando ella, mejore el entorno social en el que se desenvuelve. Cuando las mujeres transmiten a la comunidad lo que tiene de específico y todos sus dones, la sociedad cambia positivamente en el modo mismo de comprenderse y organizarse.

Es lo que ha sucedido con las promotoras rurales. Transmiten a las mujeres de sus comunidades los programas de capacitación que ellas han recibido en Condoray, adaptándolos a las circunstancias y necesidades locales, asumen funciones de liderazgo e impulsan a las demás mujeres a realizar proyectos con participación de la comunidad, para lograr mejoras educativas, familiares y sociales. Gracias a la labor que realizan las promotoras en el mismo lugar en que viven, es posible lograr programas de desarrollo estables, de acuerdo a las necesidades de cada lugar y conseguir que el trabajo social tenga un efecto multiplicador.

La clave ha sido la formación personal de las mujeres promotoras, que les ha dado capacidad de entregarse generosamente a los demás, y de trabajar por un ideal de servicio. Además desde el inicio de este programa no recibieron ningún tipo de remuneración o beneficio material. Esto ha sido el medio para asegurar la rectitud de intención y que quieran trabajar para su mejora personal y el desarrollo de la comunidad. Reciben gratuitamente la formación en Condoray, y también gratuitamente ellas la imparten en sus comunidades.

Este sistema original de Condoray ha permitido que existan mujeres, de la propia zona, que actúan como agentes de desarrollo en sus pueblos de origen y son el motor del cambio social operado en una extensa zona del valle. La figura de la promotora evita que se produzcan situaciones de dependencia lo que asegura la continuidad, una de las características del verdadero desarrollo.

Además el incorporar en la programación de los proyectos (a nivel de identificación, diseño y ejecución) la participación de la población beneficiaria ha resultado muy necesario para asegurar el éxito y la continuidad del desarrollo. En cada comunidad, las mujeres promotoras y las beneficiarias se reúnen para decidir juntas los programas de capacitación que se impartirán teniendo en cuenta sus necesidades. Esto ayuda a que las mujeres se sientan después motivadas para asistir a clase, ya que ellas mismas son las que han diseñado el programa, y además asegura la continuidad de las acciones emprendidas.

Programas de formación profesional para mujeres jóvenes: descubrir el valor del trabajo

La formación profesional es un elemento clave en el desarrollo. Esta ha de estar estrechamente ligada a la propia realidad económica y social, de forma que se nutra de esa misma realidad en su diseño y contenidos y revierta en una mejora de la actividad productiva. Más aún, la formación profesional debe estar ligada al trabajo real, porque el trabajo forma, educa, activa y pone en movimiento muchas capacidades que el hombre necesita para la vida y no solo para un empleo. También debe potenciar las capacidades básicas de las personas y no sólo el adiestramiento o mero aprendizaje de tareas: por ejemplo, el desarrollo de la iniciativa, la responsabilidad, etc.

En Cañete, muchos mujeres jóvenes encuentran dificultades para insertarse en la estructura productiva por los desajustes existentes entre lo que les brinda el sistema educativo y las exigencias del mercado laboral. A esto se añade una desigual valoración de los sistemas de formación profesional frente a los sistemas académicos, considerándolos como una vía de segunda clase por la que han de circular los menos capaces o dotados, que ocasiona que una gran cantidad de mujeres jóvenes opten por carreras universitarias y no técnicas.

Esta situación conlleva un alto porcentaje de migración de mujeres jóvenes a la Capital para realizar estudios universitarios. Por falta de preparación o por la fuerte carga económica que supone, con frecuencia muchos se ven obligados a dejarlos inconclusos.

El Instituto de Educación Superior

Condoray da a las mujeres jóvenes de Cañete la oportunidad de acceder a una capacitación técnica de calidad, adecuada a su nivel, que les permite insertarse laboralmente en el mercado local, promoviendo su desarrollo personal y su participación en la sociedad, y contribuyendo al proceso de reducción de la pobreza en la región y a frenar la migración.

Para el diseño y la organización de los cursos y talleres se tiene en cuenta la capacidad y demandas del mercado laboral y las características socio culturales de las mujeres jóvenes.

Actualmente se ofrecen:

a) 3 carreras profesionales técnicas (Hostelería, Contabilidad y Secretariado Ejecutivo) con un título oficial, seleccionadas de acuerdo a su potencialidad para elevar el nivel técnico y tecnológico de las mujeres, responder a las demandas del mercado de trabajo local (altas expectativas de empleo) y donde las mujeres pueden aportar y hacer valer sus cualidades femeninas,

b) y variedad de cursos cortos, que permiten una inserción laboral rápida.

Más de 450 mujeres jóvenes se benefician cada año de estos programas.

La formación que se les brinda es integral: no sólo pretende que las mujeres egresadas sean profesionales competentes, sino personas dispuestas a servir a la sociedad y a contribuir desde sus puestos de trabajo al desarrollo del país.

Condoray también ayuda a las mujeres jóvenes a superar las dificultades que tienen para establecer una relación fluida con el mercado de trabajo. Realiza gestiones con empresas mediante convenios, con el fin de efectivizar una concreta inserción en un ámbito de trabajo digno. Además lleva a cabo un seguimiento y la supervisión de las mujeres jóvenes en su desempeño laboral, estando en estrecho contacto con la persona referente de la empresa.

Más de un 85% de las mujeres egresadas encuentran un trabajo relacionado con sus estudios en la zona.

Impacto de Condoray

Hace 40 años Condoray, obra corporativa de la Prelatura del Opus Dei, inició una gran aventura: revalorizar a las mujeres de estas tierras y lograr su promoción humana, social y espiritual, para que sean ellas mismas protagonistas de su propio desarrollo y transformen, a través de su mejora personal, a su familia y comunidad.

Este trabajo es fruto de una inquietud no sólo humana sino cristiana y desde sus comienzos fue impulsado por San Josemaría Escrivá de Balaguer. Sus enseñanzas están en la base de la formación que se imparte: el respeto a la persona y a su dignidad, el amor a la verdad, la libertad y la responsabilidad personal, la solidaridad y el trabajo bien hecho.

Actualmente, los resultados confirman que Condoray ha logrado gran parte de sus objetivos: un número nutrido de mujeres jóvenes gozan de una titulación profesional sin haberse desplazado a Lima y participan activamente en el desarrollo de la Provincia y son muchas las mujeres campesinas que participando en los programas de desarrollo rural, han cubierto sus necesidades básicas y mejorado la calidad de vida de sus familias.

Además Condoray ha despertado en las mujeres el interés por la capacitación en su sentido más amplio (la educación como arma de lucha contra la pobreza y base del desarrollo) y en las familias el interés por la comunidad, para que participen en el mejoramiento comunal y tengan espíritu solidario.

Gracias a una formación integral y personalizada, Condoray ha logrado enseñar a las mujeres a trabajar, a ser autónomas, solidarias, a tener iniciativas y participación directa en la vida de sus poblados. Ellas transmiten lo que han asimilado y aportan sus valores.

La formación y la hechura de la persona humana es el principio dinámico por excelencia del verdadero progreso social. La labor de Condoray ha transformado a familias enteras del Valle y ha abierto una puerta a la esperanza a miles de campesinas. Es en el Perú, un modelo de desarrollo, que se debe difundir y apoyar.