Condoray: 50 años trabajando por el desarrollo integral de la mujer de Cañete

Desde hace 50 años Condoray centró sus esfuerzos en buscar el desarrollo integral y sostenido de la mujer a través de la educación. Entre sus aportes están la formación de 25 mil mujeres en sus distintos programas, la capacitación de más de 4 mil microempresarias, creación de fuentes de trabajo y el acceso de 10 mil jóvenes a carreras técnicas.

“La educación ha sido la clave para lograr una verdadera promoción de la mujer en estas tierras. Estamos convencidas que no hay desarrollo sin educación", dice Milagros Panta, Directora Ejecutiva del Centro de Formación Profesional para la Mujer Condoray, situado en el valle de Cañete (Perú).

“Promovemos un desarrollo integral que tiene como fin a la persona y abarca todas sus dimensiones, también la espiritual. Buscamos no sólo el progreso material de la mujer y su familia, sino darle una formación que la ayude a perfeccionar sus aptitudes y capacidades”, agrega. 

Siguiendo el espíritu de San Josemaría Escrivá de Balaguer que defendió el derecho de todos a tener un trabajo y una vida digna, este Centro ha ideado diversos programas que ayudan a la mujer a crecer como persona, a vivir de acuerdo a su dignidad y le dan acceso a la educación y a un puesto de trabajo.

Actualmente Condoray cuenta con un Instituto de Educación Superior que ofrece carreras técnicas con valor oficial: Administración de servicios de hostelería, Secretariado ejecutivo y Contabilidad, que permiten a jóvenes de escasos recursos, insertarse con facilidad en el mercado laboral.

También en 17 comunidades rurales Condoray desarrolla otros programas: habilidades productivas; desarrollo personal y familiar; cuidado del medio ambiente; liderazgo y desarrollo comunal; mejoramiento de vivienda, salud nutrición e higiene. En todos ellos se ofrece una formación en virtudes humanas y valores cristianos que ayudan a las beneficiarias a lograr una mejora efectiva y a tener una participación real en el progreso de su entorno social.

El Centro de Formación Empresarial (CEFEM), otro de sus programas, oferta servicios de desarrollo empresarial para crear una empresa o mejorar la competitividad de los negocios, que permite a sus alumnas mejorar los ingresos de sus familias.

Condoray también diseña y ofrece Programas de responsabilidad social (RS) en función a las necesidades de las empresas tanto de la región como de otras ciudades del país. Entre otros se pueden mencionar: autogestión de proyectos comunales, talleres de desarrollo integral, cuidado del medio ambiente; fortalecimiento empresarial (creación de microempresas, consultoría de negocios, jóvenes emprendedores, capacitación en pastelería y procesamiento de frutas), liderazgo participativo y mujer líder.

Transformando vidas:

“Llegué a Cañete casi sin medios económicos. Comencé a vender caldo de gallina -plato típico del Perú- en un carrito ambulante en la calle. Como tenía dificultades en mi negocio me acerqué al Cefem a solicitar asesoría empresarial”, recuerda Hilda Palomino, natural de Ayacucho, ciudad del interior del país.

Hilda atravesaba por circunstancias difíciles: "mi autoestima estaba muy baja, nadie me había enseñado el valor de todo trabajo y que podía ofrecerlo a Dios. Me sentía insegura, pensaba que mi negocio no era importante y hacía gastos innecesarios. Aprendí mucho y abrí un restaurante con su letrero, con mesas y manteles. He notado que las ventas han aumentado porque además del  exquisito sabor, hay una sonrisa al servir cada plato y todo está limpio y muy ordenado”, agrega.

Hilda también comenta: “el mejoramiento del negocio influyó en la unión familiar: ahora trabajo codo a codo con mi esposo e hija, compartimos momentos, nos ayudamos, vivimos en armonía y tenemos metas de mejora personal”.

Protagonistas de su desarrollo

“Impartimos también capacitación a 54 promotoras rurales, líderes que replican en sus comunidades los conocimientos recibidos en nuestra institución. Ellas impulsan a las mujeres a conseguir mejoras educativas, familiares, sociales y a ser protagonistas de su desarrollo”, prosigue la directora de Condoray.

Dina Sandoval, encargada de los Programas rurales señala: “el modelo de desarrollo de nuestra institución es la educación de la mujer, porque si la capacitamos a ella no sólo capacitamos a una sola persona, sino a una familia; lo que aprende ella lo trasmite a sus hijos y eso se trasmite de generación en generación”.

Las promotoras han transformado el sistema social del valle; la mujer, que tradicionalmente no intervenía en la vida de su comunidad ni podía tomar decisiones, ha asumido funciones de liderazgo en sus comunidades

En Cañete y desde Cañete:

Desde 1985 jóvenes de Canadá, España, Portugal, Australia, Bélgica, Inglaterra, Alemania, Irlanda, Francia, Bélgica, Austria, Irlanda, Italia, Suecia, Japón, Paraguay, Suiza, Chile, Singapur y Nueva Zelanda, han participado en campos de trabajo en  los poblados de Cañete. Esas 1,055 voluntarias en contacto con la gente de fe sencilla y corazón grande de estas tierras han cambiado su modo de ver la vida o se han acercado a la fe.

Una de ellas Shibata Kaoru,  egresada de la Universidad de Kioto, comenta: “Condoray ofrece muchas oportunidades para que la gente aprenda. Eso cambia la vida de muchas personas. Aunque sea una labor difícil, seguramente está dejando resultados muy buenos. Ojalá hubiera muchas instituciones como este Centro”.

”El paso por Condoray me ha influenciado en la alegría y libertad de llevar una vida más sobria, la aceptación del sufrimiento con paz. Me parece que Condoray da sentido cristiano a la vida de toda la gente, un sentido auténtico que es mucho más importante que todo lo material”, dice Matilde Moreno Hernández, española.

Patricia Buesa Zubiría, expresa: “lo más valioso que he aprendido es que debemos formarnos y a la vez enseñar a los demás lo que sabemos. Es lo que hace Condoray con las promotoras quienes a su vez, enseñan lo aprendido a las mujeres del pueblo. Me parece un trabajo valiosísimo: Condoray promueve educación y valores. Enseña a las mujeres a ser fuertes.”

Lyne Boivin, diseñadora publicitaria, explica: “nos llevamos la grandeza de la gente sencilla, su alegría, su optimismo frente a la adversidad. Volvemos a Canadá con otra visión de la vida, pues nos damos cuenta que podemos vivir con menos bienes y ser muy felices”.

May Anh, vietnamita,  da también su testimonio: “son muy pobres materialmente, pero tienen muchos más valores humanos que muchas de nosotras. Están en lo verdaderamente importante. La mayor riqueza de este país es la generosidad de la gente, que da lo poco que tiene y piensa en los demás.”

“Lo que más me ha ayudado de esta experiencia es constatar que la riqueza no es algo material. Nosotros tenemos muchos bienes, pero somos pobres de espíritu. Aquí hay más corazón en las personas y una reserva de valores muy grande”, opinó Catherine Loewe, pariente del famoso diseñador de modas, hace unos años a su paso por Condoray.

Una gran aventura:

Blanca Ramos, Carmela Aspíllaga y Rosalía Valera llegaron a Cañete el 23 de mayo de 1963 para iniciar esta gran aventura. Primero se inició una sencilla propuesta de una escuela-hogar que hoy se ha convertido en  un Instituto de Educación superior tecnológico que ha dado acceso a la educación a 10 mil alumnas en sus diferentes cursos, a lo largo de estos años.

En 1970 se instala la nueva sede que poco a poco, con la ayuda de muchas personas ha ido creciendo. En 1972 se crea el Departamento de Promoción Rural y se inician investigaciones en 40 comunidades campesinas, comenzándose a trabajar con las primeras promotoras rurales. Se ponen así, los fundamentos de los Programas de Desarrollo Rural de gran alcance que funcionan hoy.

En el marco del 50° aniversario, la Municipalidad de Cañete reconoció en Sesión Solemne el trabajo de Condoray a favor del desarrollo local y les confirió la Medalla Cívica el 24 de mayo de 2013.

Impacto en la mujer y en la familia

“Condoray ha centrado sus esfuerzos en educar a la mujer  y en descubrir sus talentos. Ponerla como centro y protagonista en el desarrollo de los programas ha sido muy efectivo y ha  tenido un efecto multiplicador: ella transmite lo que ha aprendido a su familia y a su entorno, impulsando así el progreso de la sociedad”, expone Milagros Panta.

La labor de Condoray ha sido posible gracias al aporte de muchas personas que han facilitado no sólo ayudas sino tiempo y dedicación personal para sacar adelante este proyecto social. Han apostado por esta institución y han reconocido que su eficacia se debe no sólo a su organización. La sostiene un espíritu, unos pilares que corresponden a las enseñanzas de San Josemaría: el respeto a la persona y a su dignidad; el amor a la verdad; la libertad y la responsabilidad personales, la solidaridad y el trabajo bien hecho.

Cincuenta años de trabajo constante, la preocupación por cada persona, el servicio, la solidaridad y la competencia profesional principios inspirados también en el Fundador del Opus Dei,  han contribuido a que Condoray sea hoy una institución líder en la formación integral de la mujer y un referente en programas de capacitación en el Perú.